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FURROS: LOS NUEVOS PUNKS

  • Foto del escritor: Andres GRM =^*^=
    Andres GRM =^*^=
  • 20 abr 2023
  • 5 Min. de lectura

-Tiene lógica, créeme.


/ᐠ. .ᐟ\ฅ


Claramente a nivel superficial el movimiento punk y la comunidad furry son diametralmente opuestos. Si los comparáramos quedaría muy claro que un anarquista radical, condenado a morir a los 25 de una infección que le dio por tatuarse en un baño perdido de la mano de Dios, no tiene nada que ver con una persona asalariada que espera llegar a su casa para poder quitarse ese tonto disfraz de humano, ponerse la piel que le convierte en Zoky y acariciar su esponjosa colita.


Por suerte, ese es solo el exterior.


Al igual que todo en esta tierra moribunda, el punk y los furros son el resultado de la evolución de un caldo de cultivo que comenzó a tomar forma hace décadas y que hoy en día parecieran ser consideradas hijas de la generación espontánea.


De atrás para adelante, el punk (lo que se reconoce como punk) se “formalizó” a mediados de los 70's y fue la punta de lanza usada para dar ese grito de inconformidad que, durante años, había hervido dentro de las hormonales y volátiles mentes de quienes se veían encadenados a vivir bajo los criterios de los demás. Por su parte, los furros nacen de la afición y apropiación de un estilo específico de personajes animados: los animales antropomórficos, mismos que han habitado en los medios comerciales desde siempre y, que es razonable pensar, han acompañado generaciones completas desde la cuna hasta la tumba.


Seguramente ya existe una noción general de qué es un punk: suele estar asociado a rebeldía, antisistema, violencia, anarquía, rudeza, energía, y otras cosas que van por ahí. Pero cuando se piensa en furro, usualmente lo único en lo que se piensa es en el consumo de dibujos de animales antropomórficos con genitales humanos y lencería provocadora (en el mejor de los casos) pero esa es una imagen muy simple, demasiado cómoda y asimilable.


El término “furro” viene de la palabra furry, o “peludito” en inglés, pero también es un término usado para referirse a los personajes antropomórficos de las caricaturas e historietas en las que se hacía uso de dicho recurso estético. Con el paso del tiempo y con la creación de plataformas que facilitaban la distribución de contenido en internet, muchas de las personas que crecieron con dichos personajes decidieron compartir con el mundo su admiración y aprecio a modo de dibujos e ilustraciones.


Poco a poco se generó una comunidad que giraba en torno a dichas figuras, y eventualmente se dio un paso de la adoración a la apropiación; lo que empezó como una muestra de cariño se convirtió en una muestra de identidad. Se comenzaron a generar historias y personajes.


Se crearon fursonas.


Cambió la dinámica de adoración y se dejaron de generar contenidos dedicados a deificar personajes y figuras ya establecidas. La comunidad comenzó a crear sus propios personajes, dibujos con descripciones en los que no existían los límites y cualquiera podía ver cómo se construía frente a sus ojos su persona ideal. A diferencia de mentir en un CV, estas personificaciones fueron una carta de presentación veraz ante una comunidad que se estaba empezando a conformar oficialmente.


Eventualmente llegaron los fursuits: trajes/disfraces/botargas/una segunda piel creada para poder llevar los fursonas del 2D, al mundo material. ¿Eso qué tiene que ver con el punk? Pueeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeees, ambos movimientos comparten los mismos principios.


Sé que suena irreal que ambos movimientos compartan principios y uno sea agresivo y el otro esponjoso; pero en lo más primigenio de estos dos mundos aparentemente opuestos está la misma raíz: No importa si no puedo, lo voy a hacer.


Así como el punk carece de jerarquías, se ha conformado gracias a una constante introspección y contracorriente de lo que el movimiento debería ser; los furros nacen enteramente en un vacío. Ambos movimientos son una respuesta a un ambiente social que constantemente rechaza sus actitudes y estilos de vida.


Las frases Ser rebelde no te llevará a nada y No, no puedes llevar cola en la calle se ven conectadas a un nivel semántico. Vienen de una serie de normas que nos obligan a comportarnos de cierta manera para poder entablar relaciones sociales. Al momento en que rompemos con dichas reglas, nuestra capacidad como entes sociales disminuye, hasta terminar al margen del grueso de la población por el simple hecho de no jugar con sus reglas. Habitar en la periferia social obliga a los punks y a los furros a generar sus propios recursos para mantenerse con vida.


Tanto los furros como los punks son empujados a generar su propio contenido para luchar contra la constante amenaza que representa el exterminio de sus respectivos movimientos culturales. Esta lucha se logra mediante la implementación de expresiones artísticas que carecen de técnica, pero afloran en afición, esto puede resumirse en “no sé cómo se hace, pero lo haré.”


El punk podemos asociarlo con el sonido agresivo y disonante de las bandas que, tal vez no sabían distinguir una nota de otra, pero con sus propios medios conseguían presentaciones y generaban sus propios sellos discográficos.


En el mundo furro las personas partieron de lo que deseaban ser. Una vez plasmado en papel y compartido a la comunidad, se gestó la necesidad de convertir una idea en una realidad. Con sus propios medios y haciendo uso de la lección de vida #86Echando a perder se aprende”, los fursuits, las convenciones y los centros de la comunidad fueron dados a luz.


Poco a poco tanto lo furro como lo punk se establecieron en lo que ya reconocemos. Pero hoy en día el punk es visto como algo normal: tiene más de 40 años habitando en las calles y ahora solo es parte del ecosistema. Ya no es el monstruo del cual todos los padres querían que sus hijos huyeran; está tan asimilado que puede ser consumido cómodamente y pasó de ser antisistema a ser el sistema.


Se podría hacer el experimento y preguntar en las calles a los padres de familia si dejarían que sus procreados retoños carnosos fueran punks o furros. Ningún adulto dejaría que la juventud fuera furra, por la falta de información sobre la comunidad y por miedo a que pasen sus días consumiendo tetas peludas y penes de caballo.


Antes, el rechazo al punk venía desde un punto de vista que lo etiquetaba de indecente y sin futuro; ahora la cultura furra es vista como gente que va a convenciones vestidos de botargas animales a cachondear entre iguales. Para el público en general lo furro no solo es indecente, sino también zoofílico.


Pero no siempre será así. Sin importar cuán difícil pueda resultar el imaginar un mundo donde furros y policías convivan en paz, solo es cuestión de que el movimiento sobreviva el tiempo suficiente como para ser asimilado, y pase de ser visto como un agente externo a volverse parte de la fauna de la vida en sociedad.


Hoy suena tonto, pero el día en que se pueda comprar un kit de introducción al mundo furro en Walmart, entonces ser furro dejará de ser punk. Mientras tanto, el verdadero enemigo es aquello que nos limita como seres humanos y nos juzga a diario.


Mejor ser furro, a un alienado.


/ᐠ. .ᐟ\ฅ


Andrës García Rojas Martínez (1998) Elemento endëmico de Tlalnepantla en busca de la isla acaramelada, aficionado a la combinaciön de tetas y gatitos cuyo nūmero de la suerte es el :86: =^*^=









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de generación en generación las generaciones se degeneran con mayor degeneración

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